sábado, 1 de septiembre de 2012

El día más horrible de mi vida...

El día 9 de Julio fue unos de los días más horribles de mi vida. Mi hijo tenía 1 mes y 5 días cuando presentó unas pequeñas pintas rojas en su carita y todo su cuerpito, además de pequeños moretones por todas partes, su pediatra lo vio el mismo día que lo llamamos para contarle el problema y al revisarlo de inmediato nos dijo con cara de preocupación que nuestro hijo debía ser ingresado de urgencia a la UCI pediátrica porque tenía un PTI ( Púrpura Trombocitopénica Inmune) lo que se traducía a múltiples hemorragias internas.
Cuando escuché eso sentí que el mundo se me venía encima, no lo podía creer, no lo comprendía, no lograba meterme esa noticia en la cabeza, pero ese sólo fue el comienzo del horror.
Primero, fue ingresado a urgencias de la clínica mientras conseguían una cama disponible lo cual fue el peor error que pudimos cometer con mi marido, lo que vivimos con mi bebé y su padre esa noche es tan difícil de recordar que duele el alma. Al ser tan pequeño, a las enfermeras les costó muchísimo poder encontrar una vena para poner la vía venosa, quedó morado entero de tanto que lo apretaban, los gritos eran desgarradores algo que simplemente no se podía soportar, lo tuvieron así por 2 eternas horas hasta que lograron ubicar una. La mirada que tenía mi hijo en esos momentos jamás podré borrarla de mi mente, la tengo clavada ahí. La culpa me mata, nunca debí permitir que lo hicieran sufrir tanto, fue innecesario, odio haber sido tan ignorante en ese momento tan espantoso para mi bebé.
Fue trasladado a otra clínica con 2000 mil plaquetas ( lo mínimo debía ser 150 mil) iba grave. Yo no sabía qué hacer, sólo quería tomar a mi guaguita, darle muchos besos y decirle que todo iba a pasar, pero no podía. Llegamos a la UCI y el médico de turno fue bien alentador, me dijo que debía estar ahí para controlar la enfermedad y evitar hemorragias mayores. Estuvimos ahí hasta el día miércoles, y ese día en la mañana algo no andaba bien con él, tuvo una muy mala noche, muy inquieto, yo le comentaba a Gabriel que algo estaba mal, no me tomaban mucho en cuenta, hasta que en un momento al tomarlo sentí todo su cuello mojado ( ahí tenía la vía ), di aviso de inmediato a las enfermeras las cuales se percataron que se había roto, es decir no estaba recibiendo el medicamento!!! Lograron poner otra muy pronto para seguir con el tratamiento, pero mi bebé no respondía a él como los médicos esperaban, hasta que llegó una doctora, lo vio y nos dijo que lo encontraba muy pálido y con más moretones, le hizo un examen y nos dio la peor noticia de nuestras vidas, la peor. Mi hijo estaba con riesgo vital.
 Lo que sentí no se lo doy a nadie, fue algo desgarrador, algo incomprensible, algo de otro mundo. Nunca había llorado así y tampoco había visto a mi esposo hacerlo de esa manera. Podíamos perder a nuestro hijo en cualquier momento.
Mientras esperábamos el trasladado a la Unidad de Cuidados Intensivos mi hijo tuvo una hemorragia cerebral y convulsiones. Antes de eso, vi su carita de dolor, vi como su ojo se llenaba de sangre, creí que moría ahí mismo, casi me desmayé, simplemente no soportaba tal dolor. Cuando volví a verlo estaba lleno de tubos, ventilación mecánica, sonda, venosas por todas partes, morado... mi hijo estaba muriendo y yo quería hacerlo con él. Fue algo tan cruel.
Los médicos no se explicaban lo que le había ocurrido, es un caso muy raro que sólo se ha visto una vez acá en Chile, y fue el más complicado y eso era lo peor, Agustín no reaccionaba al tratamiento, estuvo 2 semanas con riesgo vital no subía sus plaquetas, pero su hemorragia fue controlada gracias a Dios. Los médicos no sabían qué hacer, se reunían 2 veces al día ( eran 6 apróx.) y cada vez eran menos alentadores. Sólo nos quedaba rezar y esperar, y lo hicimos por esas eternas 2 semanas.
Esas 2 semanas increíblemente me enseñaron mucho de la vida, volví a conectarme conmigo misma a conocerme más, a conocer mucho más a mi marido, a acercarme a Dios, a mi familia, supe quienes eran realmente mis amigos, me reencontré con otros que no pensé que estarían ahí en esos momentos. Mucha gente se acercó a nosotros a darnos su apoyo, gente de todas partes a las cuales estaré eternamente agradecida.
El día 22 de julio en la mañana llega uno de los médicos de mi hijo y nos da una gran noticia, mi hijo estaba de alta!! había salido del riesgo vital subiendo por 2 días seguidos sus plaquetas. Lo había logrado, salió adelante!!! para mi fue un milagro. Mi Agustín hoy es un bebé normal, es como si todo hubiese sido un mal sueño, una horrible pesadilla.
Llegamos a casa y al fin comencé a disfrutarlo como debía, lo hemos llenado de amor, y esta cada día más hermoso.
Pero se venía un largo camino de controles, tratamientos, etc. Sin embargo ya nada de eso importaba, sólo importa que este bien, recuperándose, lo demás no es nada comparado con lo que vivió.

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